MASA DE PIZZA
Hubo una época, cuando se decía que estábamos jodidos pero estábamos bien, que en la casa hacíamos “campamentos” para los primos.
Entonces agarrábamos las vacaciones escolares, o de verano, y hacíamos recorridos por distintos sitios de la ciudad, Museos, lugares históricos y terminábamos en la casa jugando en el mini zoológico que teníamos, jugando, riendo, echando cuento y comiendo.
En varias ocasiones la vieja preparaba la mamá de las pizzas. Independientemente de lo que llevase, lo relevante del asunto era el espesor de la masa, porque terminaba siendo una pizza como de una pulgada o dos centímetros y medio de grosor.
Evidentemente, con tanta masa, las probabilidades de que uno quedara lleno con uno o dos pedazos, era más posible que con las pizzas de masa delgada.
Recientemente una prima que está viviendo en Houston me recordó esta receta y acá estamos: cumpliendo peticiones. Disfrútenla y espero sus fotos.
Ingredientes
1 kilo de harina
3 cucharadas de levadura instantánea
1 cucharadita de azúcar
6 cucharadas de aceite
2 ½ vasos de agua un poquito más caliente que temperatura ambiente.
Procedimiento
Se pone el agua a entibiar, pero no mucho porque si no se puede pasmar la fermentación de la levadura. Lo ideal es que esté un poquito por encima de temperatura ambiente el agua.
Luego, en una bowl colocamos el azúcar y la levadura, se remueve y deja reposar por 15 minutos.
La harina la vamos a colocar en forma de aro sobre una mesa previamente limpia. Encima de la harina se le pone la sal y en el centro las 6 cucharadas de aceite.
Una vez transcurrido el tiempo de la levadura, se va agregando el agua en el centro junto con el aceite. Empezamos a incorporar la harina con los líquidos hasta que se mezcle todo.
Si es necesario, podríamos incorporar un poco más de agua. La idea es que se pueda amasar con suavidad la masa.
La forma de amasar es llevando hacia el centro de la mezcla, la masa. Una vez que todos los ingredientes estén integrados, amasamos la bola que se forma, desde lo más cerca de nuestro cuerpo, hacia el frente y regresamos a la posición inicial, para integrar bien los ingredientes.
Una vez mezclado bien y que la masa no se pegue a la mesa ni tengas trozos que no estén integrados, la dejamos leudar por espacio de una a dos horas dentro de un envase de plástico, previamente enharinado, con un paño encima. Tapamos y llevamos a la nevera.
Una vez transcurrido el tiempo. Retiramos del envase y la masa debió hacer doblado su tamaño o como mínimo a la mitad. Es decir que deberíamos tener una mezcla de kilo y medio a dos kilos.
Esa masa la picamos en pedazos de medio kilo y la hacemos en forma de bola.
Con esa bola y ayudados con un rodillo o una botella cilíndrica uniforme (como la mayoría de las botellas de vino), le damos forma a nuestra pizza.
En el caso de nosotros, la hacíamos en envases rectangulares. Pero puede ser en el que mejor les parezca: envase circular, de tortera, etc.
La idea es que una mezcla de eses peso pueda ser estirada para una bandeja de 45 cm por 30 cm, poco más o menos. Así mismo, la idea es que el grosor de la masa sea de poco más o menos un centímetro, de manera que al entrar al horno, duplique su tamaño.
Con esta masa hecha, podremos hacer todas las pizzas que nos imaginemos y deseemos crear.
Buen provecho.
Se pone el agua a entibiar, pero no mucho porque si no se puede pasmar la fermentación de la levadura. Lo ideal es que esté un poquito por encima de temperatura ambiente el agua.
Luego, en una bowl colocamos el azúcar y la levadura, se remueve y deja reposar por 15 minutos.
La harina la vamos a colocar en forma de aro sobre una mesa previamente limpia. Encima de la harina se le pone la sal y en el centro las 6 cucharadas de aceite.
Una vez transcurrido el tiempo de la levadura, se va agregando el agua en el centro junto con el aceite. Empezamos a incorporar la harina con los líquidos hasta que se mezcle todo.
Si es necesario, podríamos incorporar un poco más de agua. La idea es que se pueda amasar con suavidad la masa.
La forma de amasar es llevando hacia el centro de la mezcla, la masa. Una vez que todos los ingredientes estén integrados, amasamos la bola que se forma, desde lo más cerca de nuestro cuerpo, hacia el frente y regresamos a la posición inicial, para integrar bien los ingredientes.
Una vez mezclado bien y que la masa no se pegue a la mesa ni tengas trozos que no estén integrados, la dejamos leudar por espacio de una a dos horas dentro de un envase de plástico, previamente enharinado, con un paño encima. Tapamos y llevamos a la nevera.
Una vez transcurrido el tiempo. Retiramos del envase y la masa debió hacer doblado su tamaño o como mínimo a la mitad. Es decir que deberíamos tener una mezcla de kilo y medio a dos kilos.
Esa masa la picamos en pedazos de medio kilo y la hacemos en forma de bola.
Con esa bola y ayudados con un rodillo o una botella cilíndrica uniforme (como la mayoría de las botellas de vino), le damos forma a nuestra pizza.
En el caso de nosotros, la hacíamos en envases rectangulares. Pero puede ser en el que mejor les parezca: envase circular, de tortera, etc.
La idea es que una mezcla de eses peso pueda ser estirada para una bandeja de 45 cm por 30 cm, poco más o menos. Así mismo, la idea es que el grosor de la masa sea de poco más o menos un centímetro, de manera que al entrar al horno, duplique su tamaño.
Con esta masa hecha, podremos hacer todas las pizzas que nos imaginemos y deseemos crear.
Buen provecho.
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