LA GINEBRA SABE MEJOR CON JOHN COLLINS
Todo en la vida deja un recuerdo en nuestra memoria en el cual asocias cosas, lugares y personas con momentos vividos. Y si tengo que pensar por un instante en la Ginebra, sin duda me remonta a un episodio de celebración desmedida al estilo de "¿Qué pasó ayer?"
Corría el año de 1992, luego de los turbulentos acontecimientos políticos y militares de ese año, recuerdo que era domingo y ese día salí con mi hermana a misa. No es que fuese el más religioso del mundo, pero fui.
Luego del servicio religioso salimos a la calle a buscar el carro, que habíamos dejado estacionado en la calle al frente de la Iglesia, con el fin de regresarnos a la casa. Pero cuál fue nuestra sorpresa que al salir no lo conseguimos: Nos habían robado (hurtado, sería el término técnico adecuado).
La noticia conmocionó a la familia, porque era el carro más nuevo (Corolla del 88'), sin embargo más allá del choque emocional y económico, gracias a Dios no había pasado a mayores.
A las semanas, uno de mis hermanos dejó a mi abuela en su apartamento en Santa Mónica. Ese día ella le comentó que había una sede de PTJ (Policía Técnica Judicial) por allí cerca y que muchas veces llevaban carros robados allí.
Mi hermano, como quien no quiere la cosa, se pasó y se percató que habían dos Corollas parados en un pequeño estacionamiento de la casa que fungía como puesto policial. Al bajarse, identifica algunos rasgos del carro que le daban señales claras de que ese podía ser el vehículo familiar.
Lo cierto es que volvió con las llaves del carro y al meterla en la puerta del piloto Puff: abrió el seguro. Definitivamente era nuestro carrito. Inmediatamente empezó el papeleo administrativo, legales y hasta judiciales. En resumida cuenta, y luego de tener serias sospechas de que el vehículo fue hurtado por la propia policía para después venderlos en Colombia, un Tribunal decidió que el carro sí era nuestro.
Ese día, fui con mi mamá a buscar el Corolla por allá en un estacionamiento de PTJ que quedaba en El Junquito. Todos estábamos eufóricos. Y el que más enardecido estaba era el hermano que lo había conseguido. Ese día se "cayó a palos" a punta de Ginebra con jugo de naranja. Bueno, solo les puedo resumir que de la rasca voladora que agarró, le vació una botella completa de Ginebra al carro encima.
Evidentemente, después de eso no bebió Ginebra más nunca, sin contar que perdió tres días por la resaca que le dio.
Aunque sinceramente creo que si se hubiese tomado un John Collins, el desenlace hubiese sido distinto.
Ingredientes
2 Onzas de Ginebra
1 Onza de Jugo de limón
1/2 Onza de jarabe de goma (o una cucharada de azúcar)
Rellenar el resto con soda
Rodaja de limón
1 cereza marrasquino (ideal, pero opcional)
Procedimiento
Sirva la ginebra, el jugo de limón y el jarabe de goma en una coctelera rellena de hielo a 2/3 de su capacidad. Tape y agite fuertemente por 8 segundos.
Vierta la preparación en un vaso largo con hielo en rocas grandes y unas rodajas de limón en su interior.
Para finalizar, coloque una cereza marrasquino y un pitillo (popote). Ahora a disfrutar.
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